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martes, 20 de abril de 2010

Las clases con los chicos de la escuela de San Ignacio de Moxos

Un bache, y otro más. La polvareda que dejaba atrás la moto de Daniel me llenó la boca de un finísimo polvo que se podía masticar. La recta de arena hasta llegar a la laguna de Isidere ya tocaba su fin. Las cinco motos que alquilamos en la plaza, por 20 pesos bolivianos, se fueron alineando perpendiculares a la pequeña playita de arena, al pie de la escultura de la gran serpiente de Isidere. La laguna se abría y el embarcadero se hundía parcialmente en el agua. Alejandro y yo decidimos que la pequeña excusión en moto debía acabar en baño, y nos sumergimos en el agua terrosa de la laguna.




Las clases se han centrado en la preparación técnica y musical de la nueva grabación discográfica de la orquesta de la escuela de San Ignacio de Moxos. Hemos distribuido a los chicos en grupos y secciones. Todos los miembros de Sphera AntiQva hemos impartido clases individuales y colectivas.



Silvia atendió las dudas y peticiones de Luz, la contrabajista de la escuela. Alejandro coordinó a los violonchelos mientras que Miguel se encargó del continuo de Alcides y Abraham, el organista y el clavecinista. Pablo ensayó con violines y yo con vientos: flautas, oboes y fagotes. La respuesta de los chicos está siendo rápida y en general están muy motivados.



El cielo nos regala cada noche un espectáculo maravilloso. Podemos disfrutar de una claridad total en la bóveda celeste. A las doce de la noche se apaga el generador de gasolina y se corta la corriente eléctrica en toda la población. El cielo se enciende, y los sonidos animales de los alrededores nos recuerdan en qué entorno nos encontramos. El calor es húmedo. El cansancio nos vence y caemos rendidos. Algunos con la piel quemada tras la excursión de la laguna.


1 comentario:

  1. Sphera AntiQva ya forma parte del sentir y vivir la música de los músicos moxeños.

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